Por:George
Mavrikos
Secretario
general Federacion Sindical Mundial
Todo
el planeta se encuentra profundamente inmerso en la pandemia del coronavirus.
Hasta hoy, hay 921.002 infectados y 46.153 muertos, según los datos oficiales.
La
situación es trágica en todos los continentes. Miles de familias lloran a sus
muertos, cientos de miles sufren la enfermedad y millones de personas viven con
la ansiedad y el miedo. Les expresamos a todos ellos y ellas nuestra
solidaridad.
Grupos
de monopolios y transnacionales están sacando provecho de la pandemia,
despidiendo a trabajadores o limitando sus derechos. Muchos gobiernos,
aprovechando el coronavirus, prohíben derechos democráticos y sindicales. Su
objetivo es seguir los desplazamientos y las actividades de los ciudadanos a
través de medios electrónicos. Se ha demostrado a nivel mundial que, con
ocasión de la pandemia, las libertades están en peligro.
Esta
situación ha desenmascarado otra vez más la barbarie del sistema social
explotador en que vivimos, así como su incapacidad para enfrentar a las crisis
en favor de los pueblos.
Por
mucho que intenten los gobiernos capitalistas, la burguesía y las cúpulas del
sindicalismo amarillo oscurecer la verdad y ocultar las responsabilidades del
sistema capitalista, no lo van a conseguir.
No
lograrán poner la reflexión de los pueblos en cuarentena. No lograrán prohibir
a las mentes de la gente sencilla de reflexionar y juzgar; sacar conclusiones
de su propia experiencia.
Ya
que las condiciones en que vivimos durante este período demuestran que:
PRIMERO:
Se confirma otra vez más la superioridad moral de la clase obrera frente al
parasitismo de la clase dominante. Mientras que los parásitos especulan, los
trabajadores arriesgan sus vidas en la primera línea del fuego contra la
pandemia, produciendo todos los esenciales para la vida. Mientras que los
grandes industriales, los reyes, los cardenales están escondiéndose en sus
palacios, los trabajadores manuales y del conocimiento dan la batalla en la
primera línea para producir alimentos, medicamentos, transportes, limpieza,
comunicaciones, energía y todos los necesarios para que la vida sea posible. El
campesinado pobre, en común con los estratos populares, contribuyen al esfuerzo
de seguir la producción de bienes.
En
el otro lado se encuentra la clase dominante que está especulando. Despiadada y
deshumana, está sacando provecho de la pandemia, aumentando los precios,
robando de los bolsillos de la gente sencilla, escondiendo los productos para
generar penurias artificiales. Como en las guerras, en las crisis también,
ellos solo creen en un solo dios: el lucro.
Por
una parte, pues, la clase obrera con sus aliados y, por otra, la burguesía con
sus instrumentos. Dos mundos. Dos éticas.
SEGUNDO:
¿Quién carga todo el peso del tratamiento y la curación? ¿El sector privado o
público? En muchos países europeos, la gente sencilla, en su desesperación,
salía en sus balcones para aplaudir a los héroes de la salud pública, a los
hospitales públicos, a los científicos de las estructuras públicas de salud.
Este sistema público calumniado, los médicos y enfermeros calumniados, así como
todo el personal están librando una lucha desigual. Están librando una lucha
desigual porque los gobiernos, tanto los socialdemócratas como los
neo-conservadores despojaron con sus políticas el sector público de mano de
obra y de equipamiento; todos aquellos que durante años estaban gritando,
pidiendo “privatizaciones y menos estado”.
Aún así, este sector de salud público, este sector abandonado, hoy en día lucha como un ejército invencible; muchas veces sin armas, sin protección individual, pero con valentía. Hasta hoy, 61 médicos en Italia enfermaron y perdieron la vida, murieron en la primera línea de la lucha desigual. Lo mismo acontece en España, Francia, Grecia y EEUU…
En
el otro lado se encuentran los especuladores de los grupos privados de
monopolios que roban del sector público, que venden sus camas y pruebas a
precios exorbitantes, explotan el sufrimiento de la gente sencilla y en
connivencia con los gobiernos manchan de sangre sus ganancias.
TERCERO: Esta crisis volvió a poner de
manifiesto la verdad; es decir que solo entre los trabajadores y los pueblos
puede desarrollarse una solidaridad y apoyo auténtico, sincero. El ejemplo de
Cuba heroica que envió a 60 médicos al norte de Italia, en el fragor de la
batalla, es una oportunidad para que los pueblos reflexionen y evalúen
seriamente. En el día en que los médicos cubanos llegaban a Italia, Alemania se
negaba a enviar máquinas médicas a Italia, Italia prohibía las exportaciones
hacia Grecia, España hacía lo mismo, el estado de California en EEUU se negaba
a vender mascarillas a Nueva York, otros estados de EEUU escondían respiradores
etc.
En
la cumbre de los líderes de la Unión Europea del 26 de marzo 2020, un grupo de
países (Alemania, Países Bajos) se negó a adoptar medidas que solicitaban
países con gran número de muertos, como España, Italia y Francia.
El
capitalismo es una jungla, con alianzas predatorias y peleas de perros…“Muerte
tuya, vida mía”.
En
el otro lado existe la humanidad y la solidaridad que solo los trabajadores y
la sociedad socialista pueden desplegar.
CUARTO: La pandemia, con los datos disponibles
hasta la fecha, “desnuda” la política de EEUU; de un país que se encuentra en
el vértice de la pirámide imperialista. Los admiradores de EEUU en todo el
mundo ahora ven como su admiración se convierte en desengaño.
Este
país tiene un sinfín de misiles, aviones de combate, submarinos y mercenarios.
¿Pero
que tiene de mascarillas?
¿Respiradores?
¿Hospitales
públicos?
¿Seguridad
social?
¿Camas
disponibles para la gente pobre?
Hay
enormes carencias de todo esto. Ahora les están pidiendo material médico a la
República Popular China y la Federación de Rusia.
Los
Estados Unidos son el país con el peor sistema de salud para los pobres, los
desempleados y los económicamente débiles. ¡El peor del mundo!
•
Nada es gratis en sus hospitales. Se debe pagar por todo y, de hecho, en
precios muy altos para todos, sin excepciones.
•
Hay 28 millones de personas no aseguradas
•
Hay 33 millones de personas con seguridad precaria
•
Hay 8 millones de personas quienes, aunque pagan sus impuestos, carecen de
documentos de legitimación.
•
Desempleados, ancianos y personas de bajos ingresos reciben una asistencia
básica solamente si se les aprueba la solicitud que deben presentar.
Y,
mientras que los estratos populares en EEUU sufren la pandemia y las políticas
de su gobierno, el presidente Trump anunció un paquete de medidas de 500 mil
millones de dólares por el refuerzo de los grupos monopolísticos. Además, se
anunciaron paquetes de 29 mil millones de dólares para las compañías aéreas, 17
mil millones para las empresas de seguridad etc. Al mismo tiempo, el lobby de
armas en EEUU ha interpuesto una acción judicial para que no cese la operación
de negocios de armas. En un país en que, según los datos oficiales, en 2019,
40.100 personas han perdido la vida tras uso de armas, de los cuales 24.100 han
sido suicidios.
En
ese sentido, se refuerza la presión de los capitalistas a EEUU, Brasil, Reino
Unido y otros países en el norte de Europa para que funcionen todas las
empresas, afirmando que no se necesitan medidas de protección. La economía lo
es todo, la vida y la salud de los trabajadores no es nada. Es esta estrategia
que sirven declaraciones como las de Trump, Bolsonaro y Boris Johnson, quienes
afirmaron que en pocos días acabarían con la pandemia.
QUINTO: Los antagonismos infra-imperialistas
por la producción de la vacuna y de medicamentos eficaces contra el
coronavirus, están mostrando la verdadera cara de las transnacionales. Cuando
se trata de decidir conjuntamente sobre medidas anti-laborales y políticas
anti-obreras se unen contra su enemigo común, los trabajadores y las luchas de
ellos. Pero cuando se trata de especulación se están matando entre ellos. Cada
uno intenta robarle los secretos al otro. Saben que quien descubre primero la
vacuna, disparará sus ganancias. Es una pelea de perros por las ganancias, no
por la protección de la salud pública.
Por
lo tanto, según lo expuesto, se confirma que no todos somos iguales ante la
pandemia, ni el lema “todos unidos para salir de la crisis” tiene ningún
contenido pro-obrero. Si los ricos se infectan por la enfermedad, tienen la
posibilidad de recibir un tratamiento distinto al de un desempleado. Además, en
la crisis es la gente sencilla la que sufrirá las consecuencias a nivel
laboral, salarial y económico.
Entonces,
es cierto que la burguesía y sus mecanismos van a sacar provecho de la pandemia
para limitar drásticamente los derechos democráticos y las libertades de los
trabajadores y los pueblos.
En
estas circunstancias es importante que los trabajadores entiendan que el
capitalismo solo genera y reproduce enfermedades, tormentos y explotación. El
capitalismo es anacrónico, es una barbarie. No se puede humanizar. Los
reformistas que proyectan como solución la modernización del sistema explotador
se convierten en sirvientes de la explotación social. No existe, ni se va a
encontrar vacuna para humanizar el capitalismo. Contiene la desigualdad social
desde su propia matriz.
La
pandemia lo desnudó, quitándole la máscara y la ropa elegante.
Así
que hoy, el deber de todos los militantes es más imprescindible, más urgente.
Hemos de aunar a los trabajadores y los pueblos por una sociedad sin
capitalistas y explotación capitalista. Todos los trabajadores juntos podemos
conseguirlo. Nuestra lucha por los problemas diarios es justa. Nuestra lucha
por la liberación social de la clase obrera es necesaria.
George
Mavrikos
Atenas,
Grecia – el 2 de abril 2020

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